jueves, 3 de enero de 2008

el pentagrama y los templarios

En una de las primeras entradas del blog hablé brevemente de la importancia que tuvo la geometría para las logias medievales de constructores. Entre las figuras geométricas más destacadas aparece sin duda el pentagrama o pentalfa, un símbolo con un complejo significado y cuyo uso se remonta a la antigüedad (ya era empleado entre los sumerios).

Tuvo una importancia enorme, y de forma muy especial, para los miembros de la Sociedad Pitagórica. Éstos consideraban a su equivalente numérico, el cinco o pentada, el “número del hombre y de la naturaleza viviente, del crecimiento y la armonía natural, del movimiento del alma”*. Era además el número de la perfección humana y simbolizaba al hombre microcósmico. Además, los pitagóricos consideraban el pentagrama como símbolo de la salud, y lo utilizaban como contraseña secreta o signo de reconocimiento entre ellos, tal y como explicó el escritor sirio Luciano de Samósata.

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Entre otras peculiares características, el pentagrama contiene en sus proporciones el número áureo, phi, o “divina proporción”.

Esta “fascinación” de los pitagóricos por el pentagrama fue heredada por los constructores medievales y, de este modo, podemos encontrar este símbolo en numerosos edificios levantados por ellos. Un estudioso como el profesor Santiago Sebastián, especialista en iconografía y simbología señala, al referirse a la importancia de la geometría en los templos románicos, que la “más importante como figura clave fue el pentágono, que poseía la llave de la geometría y de la sección áurea e incluso poseyó poderes mágicos”**.

Por otro lado, el pentagrama también posee una lectura puramente cristiana. En algunos casos, por ejemplo, puede simbolizar las cinco llagas de Cristo. En un célebre texto artúrico, el romance Sir Gawain y el Caballero Verde, el héroe porta en su escudo el símbolo del pentagrama, y se le relaciona con las heridas de Jesús crucificado, los cinco dedos de la mano y las cinco virtudes: generosidad, compañerismo, pureza, cortesía y misericordia.

penta3.jpgTiempo después, durante el Renacimiento, tuvo también un significado de microcosmos, como ejemplifica la célebre obra De occulta philosophia (1531), de Cornelius Agrippa von Nettesheim, en cuyos grabados encontramos bellas representaciones de un hombre con las extremidades extendidas y enmarcado dentro de un círculo, generando con su cuerpo un pentagrama. También Paracelso se ocupó de él, asegurando que es “el signo más poderoso de todos”, y lo identifica igualmente con el microcosmos.

Y, como no, también encontramos esta sugerente figura en la simbología masónica, detalle nada extraño si tenemos en cuenta que buena parte de su iconografía procedía de los masones operativos, los maestros constructores de la Edad Media. En la masonería actual es conocido como “estrella flamígera”.

En la actualidad, como todos sabréis, el pentagrama suele interpretarse a nivel popular con el satanismo, la magia y la brujería, identificándose con el Maligno, sobre todo si aparece representado con dos “puntas” hacia arriba. Parece ser que el culpable de esta identificación es el ocultista francés del siglo XIX Éliphas Lévi, quien lo puso en relación con el no menos célebre baphomet.

Sin embargo, ya hemos visto que con anterioridad, la lectura que puede hacerse de este símbolo es positiva, y así fue entendida a lo largo de la historia. Algunos autores, como Matila C. Ghyka, creen que su uso permitió transmitir el conocimiento esotérico de los pitagóricos siglo tras siglo, pasando a manos de los maestros constructores a través de los trazados geométricos utilizados en la arquitectura.

En el libro recojo varios ejemplos en los que aparece la misteriosa figura. Uno de ellos es San Bartolomé de Ucero, en Soria, que ya vimos por aquí hace unas semanas (Por cierto, el pentagrama aparece también en varias marcas de cantería de la iglesia). Como expliqué brevemente en aquel post, este templo soriano ha sido atribuido de forma habitual con la Orden del Temple, aunque no existe forma de demostrarlo documentalmente.

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Sin embargo, otros edificios cuyo templarismo sí está confirmado de forma fehaciente, también están “marcados” por este símbolo. En Tomar, localidad portuguesa fundada por los templarios, encontramos la figura del pentagrama en numerosos lugares. Por ejemplo, en la bella iglesia de Santa María do Olival, donde se observa un pentagrama en el óculo que hay sobre el ábside. También había otro justo sobre la puerta de entrada, aunque hoy está desaparecido y sólo puede apreciarse en diseños del templo.

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De vuelta en España, vemos también un pentagrama en la iglesia burgalesa de San Juan de Castrojeriz (imagen de arriba), con un aspecto muy similar al que encontramos en Santa María do Olival.

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Más ejemplos arquitectónicos: en la catedral de Amiens encontramos varios pentagramas en las hermosas vidrieras, uno de ellos realmente espectacular, en el rosetón del transepto norte (sobre estas líneas y la fotografía que arranca este post). Hay otros en la catedral de Notre-Dame de París, en un rosetón pentagonal de una vidriera o en la “rosa” norte de Saint-Ouen en Rouen.

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Mis preferidos son el de Amiens (im-presionante) y los de San Bartolomé, formados con “corazones” entrelazados. Otro día publicaré más ejemplos. ¿Conoces tú alguno? ¿Por qué no los compartes con todos nosotros? ;-)

PD: Queda pendiente otro post sobre el Sello de Salomón, otro símbolo geométrico de gran importancia.

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"santo grial"


El Jueves Santo, los judíos celebran el sacrificio del cordero pascual. También Jesucristo se reunió con sus discípulos para compartir con ellos la celebración, y tuvo lugar la llamada Ultima Cena. Varias imágenes de este acontecimiento han pasado a la tradición popular, pero la que mayor relevancia ha recibido, por su importancia en el entramado teórico de la Iglesia, es la institución de la Eucaristía.

Tomando pan ácimo y un cáliz, Jesucristo lo bendijo y lo entregó a sus discípulos en señal de su entrega total, en cuerpo y sangre, como sacrificio de expiación colectiva.

Mil doscientos años después, la Europa medieval vivía quizá su momento más espiritual y de mayor fervor religioso. Miles de caballeros y plebeyos se unían a las Cruzadas que periódicamente acudían a Tierra Santa para reforzar los efectivos cristianos y defender los llamados reinos latinos.

Innumerables reliquias se atesoraban en casi todos los templos de la cristiandad. Huesos de santos, espinas de la corona de Cristo, pedazos de su cruz, el Santo Sudario y la Sábana Santa, redomas con leche de la virgen o dientes de Santa Oria. Pero de repente comenzó a surgir una nueva leyenda, un nuevo objeto de devoción... un nuevo objetivo de piedad.

El Santo Cáliz con que Cristo celebró la Ultima Cena habría sido utilizado también por José de Arimatea para recoger la sangre del Salvador en el Gólgota. Y cuando el discípulo fue encerrado con la acusación de haber robado el cuerpo de Cristo, él mismo se le apareció en la cárcel y le entregó el Grial, el cáliz de la Pasión.

Siempre según la leyenda, José de Arimatea fue uno de los trece discípulos que San Felipe envió a Inglaterra. Establecido con su familia en Glastonbury, o en Avalon según otras fuentes, fundó la primera iglesia consagrada a la Virgen donde depositó el Grial para atender a las necesidades de la Eucaristía.

Llegado a este punto, es evidente que la leyenda se sitúa ya en terrenos míticos donde no puede seguirse el rastro de la reliquia de una forma objetiva. Glastonbury fue efectivamente una abadía fundada en el siglo VII sobre un antiguo emplazamiento de culto céltico. Allí se dijo que habían sido enterrados el Rey Arturo y su mujer Ginebra, cuyas tumbas serían encontradas en torno a 1190.

Pero si Glastonbury ha estado siempre unido al misterio y la leyenda, qué se puede decir de Avalon, la mítica isla donde los campos se cultivaban solos y los árboles daban sus frutos sin necesidad de cuidados. Es la tierra de Guingamor, de Bangon y Morgana, donde el Rey Arturo sería sanado de sus heridas para regresar luego a salvar a los bretones.

En cualquier caso, esta no es la única versión, y a partir del momento en que José de Arimatea partió de Jerusalén con el cáliz, otras historias le confieren diferentes destinos.

Un castillo del monte Muntsalvach (que algunos han querido identificar con Montserrat, y otros con el francés Mont Saint Michel) habría sido testigo de los prodigios del cáliz. Allí el guardián del Grial, llamado Rey Pescador, se hizo una herida en el muslo con la lanza que el soldado Longinos utilizó para atravesar el costado de Cristo.

Aquí la leyenda se amplía ya con otros elementos mágicos, como esta lanza y una bandeja igualmente sagrada. Incurable, la herida provocaba los sufrimientos del guardián y la esterilidad de la tierra mientras la herida no pudiera cicatrizar.


Las historias de los caballeros de la Mesa Redonda abundaron en el mito, narrando cómo la santa reliquia se les había aparecido en una de sus reuniones cubierta por un velo, y prendados de su valor, los caballeros partieron en su busca abandonando el círculo que los había mantenido unidos.

Chrétien de Troyes, Wolfram von Eschenbach y algunos otros autores medievales aportaron a la búsqueda del Grial un significado espiritual que a su tradición heredada de muchos mitos precristianos terminó por unirle el sentido religioso de la unión mística con Dios.

El análisis filosófico del mito ha especulado con el culto a la fertilidad, la dualidad esencial, la búsqueda de la sabiduría secreta o con la leyenda de la Iglesia Secreta, presunta heredera de la verdadera enseñanza de Cristo y encabezada por José de Arimatea.

Más recientemente se ha querido ver en el Santo Grial un significado "genético" con la transmisión de la sangre de Cristo ("sang real") a través de María Magdalena. Es sabido que los judíos ortodoxos, como Jesús de Nazaret, estaban obligados a casarse, y se especula que esta María podría haber sido su esposa. Ella habría emigrado a Francia y trasmitido su herencia a ciertas dinastías.


Tan pronto como se popularizó la leyenda del Santo Grial, aparecieron por todas partes multitud de cálices que pretendían ser el único verdadero, y todos ellos se rodearon de sus propias historias justificando su origen y su santidad

La Catedral de Valencia posee el grial de mayor devoción en España. Según esta tradición, el cáliz habría sido conservado por Pedro y los siguientes papas de la iglesia que durante algo más de dos siglos lo utilizaron para consagrar la eucaristía.

Ante lo inmediato de su martirio en la persecución que el emperador Valeriano desencadenó contra los cristianos, el papa Sixto II se lo habría confiado, hacia el 258, a su diácono Lorenzo. Antes de ser también martirizado, el discípulo del ya mártir Sixto II envió el cáliz a Huesca, donde había nacido, acompañado por una carta.

Para protegerla de la invasión musulmana, el obispo Auduberto escondió la reliquia en una cueva que habitaba el ermitaño Juan de Atarés, y donde posteriormente sería fundado el monasterio de San Juan de la Peña.

De allí se lo llevó en 1399 Martín el Humano, Rey de Aragón, que lo custodió en la Aljafería de Zaragoza hasta que Alfonso el Magnánimo lo llevó primero a su Palacio del Real y posteriormente a la Catedral de Valencia en 1437. Desde 1914, el cáliz valenciano recibe el culto en la Capilla del Santo Cáliz.

Esta pieza fue fabricada en ágata o cornalina oriental de color rojo, con un pie de concha del mismo color, y vara y dos asas de oro primorosamente labradas. Las incrustaciones de perlas y piedras preciosas fueron añadidas ya en la Edad Media. Los arqueólogos sitúan su origen en Palestina o Egipto, en una época que podría estar comprendida entre los siglos IV a.C. y I d.C.

Según los devotos que defienden la autenticidad de esta reliquia, todos los relatos "graálicos" del medievo, de los que luego bebió Wagner para componer su ópera "Parsifal", se inspiraron en esta pieza que ya entonces era considerada santa.

Es una constante, en todos los presuntos griales que se conservan, que su historia particular explique de una u otra forma cualquier posible objeción a su autenticidad. Así, la duda que podría plantear el que un humilde carpintero de Nazaret dispusiera para su cena de una pieza de tanto valor como ésta, se salva citando algunas fuentes según las cuales el "hombre de familia" que prestó a Cristo la estancia para su celebración sería un acaudalado noble llamado Chusa.

En cualquier caso, también los italianos disponen de todo tipo de explicaciones para demostrar la autenticidad de su "sacro catino" conservado en Génova desde que los cruzados lo trajeron de Tierra Santa. Y los británicos defienden que la bandeja de cristal de piedra que veneran como grial fue encontrado en una excavación de Glastonbury.

Otra leyenda, que por falta de defensores implicados directamente goza de menor difusión, sitúa el Grial en poder de los cátaros del Languedoc. Los mismos cruzados que destruyeron sus creencias a sangre y fuego, estaban seguros de la existencia de un tesoro en el que se incluía la preciada reliquia.

Cuatro días antes de que los representantes del catolicismo conquistaran la fortaleza de Montsegur, donde se decía que el cáliz era custodiado, un grupo de cátaros lo evacuaron llevándose el grial entre otras piezas de valor, y nunca más volvió a saberse de él.